¿VAYA LÍO CON LA CONSANGUINIDAD ?
Por Alejandro Cuervo
Una de mis mayores preocupaciones como criador de roller es la
elección de reproductores. El lector se dará cuenta que desgrano aquí mi
impotencia e ignorancia en este asunto, dado que parece no haber método alguno
que asegure, al menos en parte, recoger frutos proporcionales a nuestros
desvelos. Quizá por eso esta afición nos engancha tanto.
Escribo con la esperanza de iniciar una pequeña "tormenta de ideas" Sobre
muchos de los conceptos que me dan vueltas en la cabeza sin llegar a
conclusiones definitivas, lo cual me ha cimentado una justa fama de interrogador
pesado entre mis pacientes, aunque lejanos geográficamente, compañeros de
canaricultura.
Evidentemente, y en eso coinciden todos mis consultores, en lo
primero que uno debe fijarse es en la calidad del canto del macho y de la
familia de la hembra. Después, en su salud, fenotipo y, si son adultos, en la experiencia
como reproductores en años anteriores. Hasta ahí, no parece muy complicado.
Donde empieza mi problema, es en el grado de parentesco de los componentes de la pareja. Todo el mundo me
dice que debo crear mi propia línea. Las opiniones que recojo coinciden en que
mis pájaros han de tener una homogeneidad, que lógicamente proviene de un cierto
parentesco. Pero enseguida se me advierte que tampoco dicho parentesco debe ser
muy cercano. Excelentes aficionados hablan de no criar con ejemplares que
tengan idéntico antecesor antes de la cuarta generación. Para criadores, como
yo, de pocas parejas, es un dilema. O tus canarios no tienen genéticamente nada
que ver, porque todos los años adquieres varios, o son casi hermanos.
Si uno estudia la formación de las razas de animales domésticos, siempre se encuentra con crianza en grados
altos de consanguinidad. En animales en libertad, las bandadas, manadas o
harenes suelen estar formados por individuos muy próximos genéticamente, y se tiende,
en entornos geográficos aislados, a desarrollar caracteres distintivos que dan lugar
a subespecies. En especies en peligro de extinción, se obtienen buenos
resultados criando a partir de muy escasos ejemplares.
Esta parece una buena observación, que mis amigos me desmienten
enseguida con una opinión mayoritaria de que la cría entre parientes próximos
da como resultado ocultar virtudes y exagerar defectos.
¿Cuál es el factor que, en la naturaleza, parece impedir la
aparición de taras? La competencia. Sólo se aparean los individuos de mejores características: salud, juventud, tamaño,
canto, belleza, fortaleza... Se evita, por simple superioridad física o por
poseer características del agrado de la hembra, el que individuos con defectos
puedan acceder a reproducirse.
En canaricultura, es habitual para gente como yo caer en el error
de que un pájaro con problemas de salud, o con defectos de fenotipo, entre a
formar parte del plantel de cría por tener orígenes excelentes, canto magnífico
o cualquier otra cualidad del agrado del criador. Siempre se me advierte que
hay que ser escrupuloso al máximo. Así como no se debe, si es posible,
introducir un macho con un canto con defectos (oigo con frecuencia que siempre
será mejor criar con lo más destacado en canto y orígenes, aunque se le adjudiquen
demasiadas hembras a los mejores machos), a las hembras hay que seguirlas, y evitar
criar con las que hayan tenido problemas de salud, de desarrollo, presenten tamaños
pequeños o plumaje imperfecto, por muy buenos que sean sus ascendentes, descendientes
o hermanos.
He seguido, de primera mano y para mayor confusión por mi parte,
cruces entre hermanos y entre hermanos hijos de hermanos, observando mejorías
en el canto y ninguna debilidad física. Para mis escasas luces, la genética, y
más en pájaros de canto, es impredecible. La veo como una coctelera. Puede
salir dominante cualquiera de los genes que introduzcamos. Por eso creo
necesario que los "componentes del cóctel" sean cada
año los mismos, mejorados. Trato de convencerme a mí mismo de que he de criar
con los pájaros que mejor puntuación hayan alcanzado, siendo muy exigente, y
con los padres y hermanas de éstos, así cada año. Siempre, de los buenos, los
mejores. Iré fijando en mi criadero los giros que más me gusten, introduciendo
cada vez más ejemplares que hayan demostrado tenerlos y transmitirlos. A la
vez, desecharé los ejemplares que no me satisfagan. Cada vez la "coctelera" tendrá más de lo bueno y
menos de lo que no nos atraiga, en canto, fenotipo, salud, comportamiento,
talento, etc. Sólo así lograré fijar mi línea, me repito incansable.
Una vez asimilado, no sin esfuerzo, lo anterior, me asalta de
repente una tremenda duda, con gran preocupación incluida: el mantenimiento en
el tiempo de dicha línea. En pocas temporadas, si no introduzco sangre nueva,
se me asegura que la calidad se irá reduciendo. Para alegrarme, me ofrecen soluciones:
es muy bueno, para subsanar lo anteriormente dicho, disponer de una línea de apoyo,
que se nutra de pájaros que, en un principio deberán tener ningún parentesco pero
sí características similares a los nuestros. Si de esa línea introduzco cada
año uno o dos ejemplares en la principal, ésta refrescará y se irá adaptando a
la de reserva, por cercanía, ya que poseerán genes comunes, aunque en menor
medida, con lo que reduciremos las incompatibilidades que se producen entre una
pareja de orígenes muy dispares. ¿Y cómo, me pregunto, puedo tener dos líneas
si para criar con una me vuelvo loco, y además no tengo espacio?.
Estas reflexiones, preguntas y respuestas entre amigos y
compañeros de afición, no tienen una base científica técnicamente válida, pero
sí poseen un contraste empírico muy importante. Muchos canaricultores de éxito
basan en el sentido común (si quiero caballos grandes, tengo que criar con
caballos grandes) su planificación de cría. Los fracasos, vengo a concluir no
sin dificultad para mi capacidad de análisis, vienen de decisiones incorrectas
en el corto plazo (adquisiciones e introducción sistemática de canarios campeones
de distintos criaderos, cría con hembras ligeramente enfermas, quitar importancia
a una pequeña falta en un cantor excelente, etc.), de desilusiones en un año
con malos resultados (si son hijos, nietos y bisnietos de excelentes pájaros,
aunque una temporada bajen las puntuaciones hay que seguir criando con la
línea, y escoger, de los noveles, los mejores). Es el ejemplo del fútbol: fichando
todos los años a jugadores estrellas, nunca haces bloque de equipo.
Me gustaría que alguno de los excelentes canaricultores que leéis
estas líneas os animaseis a escribir vuestra experiencia, siguiendo el
excelente ejemplo de José Expósito, cuyo método impecablemente explicado me ha
aclarado ideas, pero que me resulta, por falta de espacio y de tiempo, imposible
de aplicar para mis ocho parejitas.
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