CONSIDERACIONES SOBRE LA HERENCIA EN LOS CANARIOS DE
CANTO (1)
Miguel Angel Martín Espada
CONSIDERACIONES PREVIAS
Los
canaricultores españoles podemos estar seguros de contar con un importante
número de aficionados que, sacando tiempo de donde no lo hay, se desviven por
desarrollar y enseñar los principios técnicos, teóricos y prácticos, en que se
basa la cría del canario a todo aquél que requiere su consejo. Es
verdaderamente loable la labor que estos señores vienen desempeñando, bien a
través de artículos y trabajos en revistas especializadas, bien mediante
charlas y coloquios en las asociaciones. Valgan estas líneas para agradecer
públicamente su desinteresado trabajo, ya que, lamentablemente, los aficionados
no solemos reparar en lo que cuesta quitar horas al trabajo o a la familia para
dedicarlas a esta bonita y grata tarea educativa que contribuye a la mejora cualitativa
de la Ornitología
Deportiva española.
El nivel técnico de los criadores de canarios, actualmente,
podemos considerar que es elevado. Sin embargo, en ramas de nuestra afición
como es la canaricultura de canto nos movemos en un grado de conocimientos
ínfimo. Parece que nos preocupa más discutir sobre las puntuaciones, la
eliminación de estos o aquellos giros o entablar polémicas, más propias de la metafísica,
acerca de la nominación de los mismos. Nos olvidamos, en definitiva, de que sin
los canarios, sin los aficionados y sin unas directrices claras que seguir para
el trabajo de los canarios de canto, no podemos plantearnos siquiera temas tan
circunstanciales, en ocasiones, como la nominación de los diferentes pasajes o
giros que conforman su melodía. Existe una clara despreocupación por temas tan
importantes como la herencia del canto; que es en lo que se basa esta difícil
tarea de conseguir buenos cantores.
Cuando hablamos con los
criadores de sus métodos y sistemas de trabajo, nos encontramos, en la mayor
parte de las ocasiones, con que brillan por su ausencia, otras veces las
explicaciones son tan fantásticas que parecen extraídas de un relato de ciencia
ficción. En resumen, la mayor parte de los aficionados carecen de la mínima
formación en materias como la Genética
o la influencia de factores tales como la alimentación y la iluminación en el
canto de los pájaros.
La complejidad de esta rama de la canaricultura, cuya
dificultad está sobradamente demostrada, merece un estudio serio, un estudio
que debe realizarse por cada uno de sus cultivadores y cuyas conclusiones deben
ser compartidas para, con el tiempo, lograr unas bases firmes de las que pueda
partir todo canaricultor novel. Tenemos que tomar ejemplo de nuestros
compañeros de otras ramas y no tener miedo a levantar polémicas sobre estos tan
necesarios temas, puesto que de ahí surgirá ese espíritu de superación y
búsqueda de la verdad que acompaña a todo investigador.
Es cierto que no disponemos de laboratorios, ni de expertos
altamente cualificados, ni tan siquiera de la certeza absoluta de la exactitud
de nuestros postulados y, por lo general, de los medios mínimos necesarios para
su comprobación, pero poseemos algo que nos impulsa hacia delante, ese algo es
el ansia de saber, esa curiosidad innata que ha llevado al hombre al lugar
donde se encuentra y que lo diferencia del resto de las criaturas que le
acompañan en su viaje por el tiempo y el espacio.
Los temas que a continuación vamos a tratar son fruto de la
experiencia compartida entre canaricultores de toda la geografía nacional,
que anteponen a su propio ego la satisfacción de ver como el objeto de
su afición, “la
canaricultura de
canto”, se desarrolla y consolida en un país, como es España,
donde tanto se admira y quiere a los pájaros cantores.
¿ES HEREDITARIO EL CANTO
DEL CANARIO ?
La pregunta clave de la que se debe partir es si el canto
del canario es hereditario o no. Una de las cuestiones más debatidas en
etología, ciencia que estudia las pautas del comportamiento animal, es precisamente
la referida al canto de los pájaros. Podríamos empezar a citar autores y
teorías, así como experimentos, pero tan solo provocarían confusión al lector y
convertirían en una difícil y tediosa tarea la lectura de estas líneas. Por ese
motivo nos limitaremos a resumir las líneas generales en las que se desarrolla
el trabajo de los etólogos, ornitólogos y canaricultores más prestigiosos que
se han ocupado del tema.
Podemos distinguir tres
teorías, que, en definitiva, se corresponden con las corrientes mayoritarias
seguidas en el seno de la etología en un momento u otro de su corta historia.
1º) En primer lugar,
encontramos a aquellos que defienden que el canto de los pájaros es aprendido
mediante la audición del canto de ejemplares adultos.
2º) Por contra, otros autores
consideran que el canto es innato y que las pautas para que éste se desarrolle
en cada especie concreta dependen exclusivamente de la herencia genética.
3º) En último lugar,
encontramos una postura ecléctica, intermedia, según la cual lo innato y lo
adquirido o aprendido se combinan. Las pautas básicas del canto de cada
especie serían innatas pero existiría la posibilidad de enriquecerlo mediante
aprendizaje.
En un plano puramente
científico la tercera teoría es la más seguida hoy en día y la que se
corresponde en mejor medida con los estudios y experimentos realizados. No cabe
duda de que el canto es hereditario, pero también puede haber una parte
aprendida, lo que explica la habilidad que tienen muchos pájaros de asimilar en
su canto aquello que escuchan, aunque sea propio del canto de otras especies, o
incluso aprender a imitar ciertos sonidos ajenos al mundo pajaril.
Este último extremo ha sido ratificado por los ornitólogos en sus observaciones
de campo, llegando a señalar especies cuyo canto se nutre en gran medida de
pasajes del de otras (los ejemplos más citados son el estornino pinto y el sinsonte americano).
También hay familias, como por ejemplo la de losalaúdidos (alondras, totovías, etc.), en las que la
influencia de unas especies en otras de la misma familia es patente, como
señala J. Roché.
En último lugar, hay especies que por la complejidad y riqueza de su canto no
sólo difícilmente copian de otras sino que ejercen una clara influencia sobre
ellas (tal es el caso del ruiseñor).
En el plano de la canaricultura, encontramos las siguientes
posiciones, si bien la defensa de una u otra opción depende en muchas ocasiones
de los propios intereses de los criadores, ya que unos tratan de justificar su
sistema particular y otros se decantan por un enfoque determinado del cultivo
de la raza:
1º) Defensores de la necesidad
de utilizar canarios adultos como maestros para educar a los jóvenes,
ya que consideran que el conjunto de giros que conforman el canto de la raza no
se transmite genéticamente y es preciso que éste sea inculcado a través de la
audición de los citados profesores. Esta posición no tiene base científica
alguna y cualquier criador puede observarlo directamente en su casa.
2º) Aquellos que, aun
reconociendo que el canto es hereditario, plantean la necesidad de
complementarlo con maestros. Esta postura supone tomar al pie de la
letra las conclusiones de etológos y ornitólogos respecto a los pájaros
cantores en condiciones naturales. Según lo que he podido leer acerca del
canario Malinois,
en palabras de prestigiosos jueces internacionales de dicha variedad, el
cultivo de esta raza se basa en este sistema de selección. Se parte de una base
hereditaria, que es la predisposición al canto acuoso, y se complementa el
repertorio de los ejemplares mediante la audición de uno o varios maestros,
que en algunos casos están especializados en la ejecución de determinados tipos
de giros. Esto explica el amplio repertorio que poseen los ejemplares de mayor
valía y el hecho de que no haya techo o límite de puntuación en la raza belga.
Si bien la conclusiones de etólogos y ornitólogos considero
que son correctas y la postura de los criadores de Malinois está
justificada por el origen y sistema de selección de la raza, no es admisible
esta posición para el resto de razas de canarios de canto. Debemos rechazar
esta postura, salvo en el caso de las excepciones señaladas, al considerar que
la enseñanza con profesores no solo no es necesaria sino que esconde, por parte
de la mayoría de sus defensores, la intención de preservar el canto de
ejemplares de calidad que ya poseen, con el fin de evitar la incertidumbre que
supone tener que esperar hasta que el canto de los jóvenes canarios madure.
Esta práctica impide la evolución del propio canto del canario, puesto
que el pollo se limitará a imitar lo mejor que pueda el canto del maestro.
Por otro lado hay que mencionar lo tedioso de tener todos los años el mismo
repertorio canoro, con ligeras variaciones en el mejor de los casos, en nuestro
criadero.
3º) En consonancia con lo
expuesto en el párrafo anterior, nos alineamos con aquellos que defienden a
ultranza que el canto del canario es hereditario y que el trabajo de selección
realizado, con el objetivo de enriquecer el patrimonio genético canoro de
nuestros canarios y la variedad de repertorio conseguida mediante el mismo,
hacen innecesaria la utilización de maestros, ya que suponen limitar
las posibilidades de creación de nuevos giros y estrofas por parte de nuestros
ejemplares. El método de selección del canario Roller y del canario de Canto Español (Timbrado),
garantiza que los ejemplares de estas razas transmitan a su descendencia toda
la información necesaria para confeccionar un canto variado que reúna las
características raciales exigidas por sus respectivos códigos.
No obstante, hay que realizar una serie de matizaciones a
esta tercera postura. El canario puede realizar todo aquel sonido que le
permitan crear las distintas partes que conforman su complejo aparato de
canto, cuya pieza clave es el órgano de fonación, la siringe. A mayor
complejidad del aparato de canto, mayor capacidad interpretativa. Esta
riqueza interpretativa no se limita solo a su propio canto, el canario es por
naturaleza un buen imitador [1], pudiendo, en la mayor parte de los casos,
abandonar el repaso de su canción para imitar o copiar el canto de
otros canarios, voluntaria (maestros) o involuntariamente. Para
favorecer que nuestros jóvenes canarios consigan hacer aflorar el canto al que
les ha predispuesto la herencia recibida de sus progenitores será necesario que
evitemos que escuchen el canto de pájaros adultos [2]. Podemos afirmar quelo
que el canario hereda es la predisposición innata para realizar una serie
indeterminada, pero determinable, de giros, que se irán plasmando en una
melodía a través de un periodo de repaso, marcado por la morfología,
más o menos idónea, del ejemplar y por los factores que han rodeado al mismo
durante el proceso de maduración [3]. Esto hace que el canto de los jóvenes
canarios en nuestros criaderos varíe de un año para otro, pero siempre
guardando unas semejanzas estructurales; más acusadas en las líneas trabajadas
en consanguinidad, al suponer el trabajo de éstas una mayor concreción de las
posibilidades canoras del animal: menor variación genotípica.
La riqueza genética de los canarios de canto hace
innecesaria la educación con profesores, que supone, como ya hemos apuntado,
empobrecer innecesariamente el repertorio canoro de nuestros ejemplares, al
impedir que los pollos culminen la evolución de su repaso, que sin
duda alguna se traduciría en un canto distinto y con probabilidades ciertas de
ser de mayor calidad que aquél que les hemos forzado a imitar. A esto se une
que un ejemplar educado con maestros no nos ofrece las debidas
garantías sobre lo que va a transmitir a su descendencia, lo único que sabremos
es su mayor o menor capacidad de imitación y asimilación, en relación a lo que
se le ha inculcado mediante la audición de ejemplares adultos.
En resumen, de lo anteriormente expuesto, el canto de los pájaros tiene una
parte innata y otra adquirida, los criadores de razas de canarios
especializadas para la función canora buscamos el desarrollo de la parte innata
en detrimento de la parte adquirida, con el objetivo de lograr un patrón
genético de canto lo más rico posible, que permita a nuestros ejemplares
construir una melodía basada en los parámetros de selección deseados.
La mayor parte de las argumentaciones contrarias a la base
hereditaria o innata del canto de los pájaros que aquí defendemos, se
basan en conclusiones erróneas extraídas a raíz de experimentos que, desde un
principio, no ofrecían las adecuadas garantías para conseguir su objetivo. Por
ejemplo, se citan frecuentemente experimentos realizados con ejemplares, de
diferentes especies, que han sido colocados individualmente en lugares
insonorizados e, incluso, se describen experimentos basados en la observación
de ejemplares a los que se ha privado del sentido del oído. En el primer caso,
los ejemplares aislados acústicamente realizaban un canto sumamente
rudimentario, de gran pobreza e incluso se apreciaba un claro infantilismo o
subdesarrollo en el mismo. En el segundo caso, los ejemplares sordos
apenas conseguían realizar un canto propiamente dicho, más bien emitían una
sucesión de ruidos. Estos resultados hacían llegar a la conclusión, a
quienes los realizaron, de que el canto de los pájaros no era hereditario sino
aprendido mediante la audición de ejemplares adultos de su misma especie. Hoy
en día sabemos que para que el canto de los pájaros se desarrolle es preciso
que se den una serie de estímulos que desencadenen que el ejemplar ponga en
funcionamiento los mecanismos físicos precisos que lo posibilitan. Así, la
convivencia de diferentes individuos en un mismo territorio o voladero, hace
que entre ellos haya unas relaciones sociales en las que la rivalidad a la hora
de alimentarse , de ocupar un determinado lugar en las perchas, de establecer
una escala jerárquica, etc., hagan aflorar instintos como el de
territorialidad, fundamental para comprender el significado del canto, y que
ponen en funcionamiento las condiciones precisas para que se de el desarrollo
hormonal que determina el proceso de evolución del canto[4]. Un ejemplar aislado
carece por completo de esos estímulos, el canto es una forma de comunicación,
¿con quién se va a comunicar si no tiene otros congéneres con los que entablar
relaciones sociales, de la índole que sean?, carece de estímulos externos que
potencien el desarrollo canoro.
A esto hay que unir el hecho de que los jóvenes pájaros se
complementan entre sí, aprenden unos de otros, durante el espacio de
tiempo en el que su canto es solo un repaso [5], los etólogos llaman a
esta fase de la evolución canora canción plástica, ya que
supone un periodo de ensayo del que luego será su canto adulto o canción
estable [6]. Esta complementariedad entre los cantos de los noveles es
el fundamento de que no sea preciso utilizar maestros en los canarios
de canto, el trabajo de lo innato hace que con la sola referencia de su patrón
genético se puedan logran bellas y complejas melodías. La mayor parte de las
especies de pájaros que se utilizan en los experimentos basan su canto de
adulto, principalmente, en lo aprendido y por eso al dejarlos aislados en
grupo[7], sin adultos de los que puedan copiar, su canto, a pesar de
responder al patrón básico de la especie, es mucho menos variado que el de los
ejemplares que se desarrollan en libertad. No se puede dar validez a unas observaciones
hechas con pájaros de campo o con especies domésticas que no se hayan
seleccionado para el canto, en estos casos sí se precisa la audición de adultos
para conseguir canciones más o menos complejas, pero es por el hecho de que no
ha habido una selección que atendiera a los patrones que utilizamos en
canaricultura de canto. Cuando se extrapolan las conclusiones basadas en
experimentos realizados con esas especies a nuestro campo de estudio, sin
realizar las correspondientes matizaciones, lo único que estamos haciendo es
confundir a los criadores.
Como colofón a este punto, volvemos a repetir, ya que no nos
importa insistir una y otra vez sobre lo mismo, que el trabajo de los
canaricultores de canto se basa en potenciar y desarrollar la base innata del mismo,
con ello creamos una sólida base o patrón genético para que los ejemplares de
las respectivas razas sean capaces de mejorar la variedad de repertorio cada
año, siempre dentro de las pautas de selección de las mismas y sin tener que
recurrir a la enseñanza con maestros.
TRANSMISION GENETICA DEL CANTO
En este punto reflexionaremos acerca de una serie de
cuestiones de gran interés para el canaricultor de canto, si bien hemos de
advertir que en algunos casos se trata de meras hipótesis de trabajo, al no
poder contar con una confirmación científica de lo expresado. Nos
referiremos principalmente a dos temas:
1) ¿Cómo se transmite la base
hereditaria del canto?.
2) ¿Quién aporta más al canto
de los hijos, el padre o la madre?.
1) ¿Cómo se transmite la base
hereditaria del canto?.
Hemos dicho que el canario hereda la predisposición innata
para realizar una serie de giros indeterminados que se irán plasmando en una
melodía, a través de la influencia de factores tales como las condiciones
anatómicas y las circunstancias en torno a las cuales se ha desarrollado el
animal.
La información que determina los diferentes caracteres de
los individuos se encuentra, como ya sabe el lector, en los genes, que ocupan
un determinado locus o lugar en los cromosomas, los cuales se
encuentran por parejas, en estado diploide. Cada progenitor ha
aportado a su prole la mitad de su dotación cromosómica, ya que los gametos o
células reproductoras tan solo son portadores de un número haploide de
cromosomas, la mitad de la constitución genética del animal. Del número total
de cromosomas, dos constituyen la pareja de cromosomas que rigen el sexo de los
animales y por ello son denominados cromosomas sexuales, el resto son
denominados autosomas. El número de cromosomas varía en cada especie, en el
hombre son 46, mientras que en el canario son 18, distribuidos en nueve pares
[8]. Volviendo a los cromosomas sexuales, éstos se denominan X e Y, en el caso de los
mamíferos, y Z
y W, en el
caso de las aves[9]. En los mamíferos, los machos poseen un cromosoma sexual X y un cromosoma sexual Y, la hembras poseen dos
cromosomas X,
los machos determinan el sexo de la descendencia mediante el cromosoma sexual Y. En las aves ocurre al
revés, los machos poseen los dos cromosomas sexuales iguales, Z Z, y las hembras tienen
un cromosoma Z
y un cromosoma W,
con lo que son éstas las que determinan el sexo de los polluelos. El número de
machos y de hembras, en base a lo anterior, debería ser en teoría igual, como
se ve en la siguiente tabla:
CROMOSOMAS
|
Z
|
W
|
Z
|
Z Z
|
Z W
|
Z
|
Z Z
|
Z W
|
De la anterior tabla se
desprende que hay el mismo número de posibilidades de que salgan machos que de
que salgan hembras. Todos sabemos, por experiencia, que el azar es caprichoso y
que no siempre se obtiene el mismo número de machos que de hembras. Esto sirve
para darnos cuenta de que a pesar de tener que observar las leyes de la
Genética, muchas veces, la aleatoriedad de las combinaciones hace que los
resultados no sean los deseados y esperados.
El canto de los pájaros, en cuanto que es perceptible por
nuestros sentidos, es uno de esos caracteres externos que conforman el fenotipo
[10], como ya se ha apuntado a lo largo de estas líneas. La función canora
corresponde a los machos, las hembras no suelen cantar [11], a pesar de que hay
algunas que emiten una serie de sonidos que nos recuerdan al repasoo canción
plástica de los jóvenes machos, pero que no alcanzan el tono y la
intensidad del canto de los machos, ni las características musicales que se buscan
en las razas de canarios especializadas (ritmo, armonía y melodía). La
principal causa de que se den las hembras cantarinas es un
desequilibrio producido por un exceso de hormonas masculinas en la sangre [12],
muchas veces se da en hembras adultas después de la temporada de cría o en
hembras viejas. El hecho de que la emisión del canto sea prerrogativa casi
absoluta de los machos nos lleva a plantearnos si es un carácter ligado al sexo
o un carácter de transmisión libre (cuyos genes reguladores se encuentran
en los autosomas, no en los cromosomas sexuales), pero condicionado por aquél.
Las consecuencias de una u otra posición son de crucial importancia para
el trabajo de la base genética del canto del canario. Lamentablemente, y en un
plano estrictamente científico, no me es posible decantarme por una u otra
postura. Sin embargo, como hipótesis de trabajo, parto de que los genes que
rigen el canto ( una o varias parejas), tal como lo entendemos en nuestra
afición, se transmiten ligados al sexo, se hallarían localizados en el
cromosoma sexual Z. El patrón genético de canto se transmitiría de la misma
forma que cualquier otro carácter ligado al sexo.
Pero aunque esa hipótesis fuera correcta, no podemos olvidar
el resto de genes presentes en los otros 16 cromosomas del canario[13], que
determinan aspectos tan importantes como los caracteres morfológicos o
anatómicos del pájaro. Tampoco debemos olvidar la influencia de los factores
medioambientales. Dos ejemplares con la misma combinación genética nunca serían
iguales por esa influencia medioambiental (en la cual debe introducirse el
factor humano)[14].
Sus características morfológicas hacen del canario una
verdadera caja de música, en la que si una pieza no encaja
del todo, mal podremos esperar que el sonido sea perfecto. El canario de canto
requiere de un tipo, que deberá ser observado por el criador. Cada raza de
canarios de canto tiene una estructura morfológica típica, que es la que marca,
junto a un aparato de canto especial [15], las diferencias sonoras ya conocidas
por los aficionados. Deberemos acudir al estándar de la raza que cultivemos
para realizar los cruces. Tan solo decir a este respecto y como característica
general de los canarios de canto, su amplia capacidad pectoral, como no podía
ser de otra forma, al albergar un sistema respiratorio muy desarrollado. Para
terminar la referencia sobre la importancia de la anatomía del buen cantor,
resaltemos que por mucha que sea la calidad genética de un ejemplar, en lo que
al canto se refiere, si no se ve acompañada de unas condiciones físicas y de un
aparato de canto adecuado difícilmente podrá aflorar.
En lo referente a los factores externos o medioambientales,
sería pretencioso intentar hacer una relación de todos los factores que inciden
en el desarrollo del canario, dado que sería imposible enumerarlos sin
olvidarse de alguno. Por ello diremos que el criador debe favorecer el correcto
desarrollo físico de sus ejemplares, teniendo en cuenta que en éste influyen
desde la forma en que los ceba la hembra, hasta el más ligerísimo catarro.
También deberemos procurar, como ya hemos dicho varias veces, que nada pueda
desviar a los jóvenes canarios de su repaso [16].
2) ¿Quién aporta más al canto
de los hijos, el padre o la madre?.
Entre los canaricultores encontramos
dos posibles respuestas a esta cuestión:
Por un lado, encontramos la que llamo postura
tradicional, que cuenta con un gran número de defensores y que durante
mucho tiempo ha sido la respuesta mayoritaria en el seno de nuestra afición a
la pregunta planteada. Los seguidores de esta postura mantienen que es la
hembra la que más influencia tiene en el canto de los hijos o, dicho de otro
modo, la que mayor información aporta a su patrón genético de canto, no es
extraño oír o leer que la hembra influye en un 60% o más en el canto de sus
retoños.
Por otra parte y basándose en los conocimientos científicos,
en especial en la Genética, encontramos una segunda postura que, frente a la
respuesta anterior, carente de fundamento científico alguno, explica que el
canario, como todo ser vivo, recibe a partes iguales la información genética de
sus progenitores. La consecuencia lógica de esto es que la influencia en el
canto de los hijos se reparte a partes iguales, en teoría, entre ambos padres.
Otra cosa es que por factores morfológicos o por factores externos el canto del
joven canario se haya decantado hacia uno u otro lado. Así, por ejemplo, cuando
morfológicamente el hijo se parece más a uno de los progenitores, cuyos genes
habrán dominado a los del otro, o, también, cuando éste copia la melodía de
otros ejemplares, de la línea paterna o materna.
Pueden darse dominancias de los genes que rigen la herencia
del canto de uno de los reproductores, tema del que queda mucho, por no decir
todo, que estudiar, pero esto ocurre tanto respecto a los genes de la madre
como a los del padre. No existe ninguna regla general que apoye que la madre
tiene más influencia que el padre en el canto de su descendencia, ni al
contrario. Cuando la herencia de un progenitor, en el aspecto canoro, prima
sobre la del otro, se debe a circunstancias concretas, que no admiten
generalización.
Aquellos que defienden la preeminencia de la herencia
materna sobre la paterna en el canto lo hacen al constatar el hecho empírico y
lógico de que el canto de los hijos es diferente al del padre. Pero eso es así
porque, en la mayor parte de los casos, es el fruto de la interrelación de
ambas herencias, independientemente de cuál prime en el caso concreto, no
porque la hembra aporte más que el macho. Cuando cruzamos un canario verde con
una canaria amarilla se da una herencia intermedia, producto de la cual
los ejemplares resultantes son píos o manchados, la distribución de las zonas
lipocrómicas o melánicas se produce al azar, hay ejemplares más verdes y
ejemplares más amarillos, además, en ocasiones, aparecen ejemplares verdes o
amarillos. En el ejemplo anterior, ¿podemos decir que la herencia materna
influye más en el color de la descendencia por presentar ésta zonas amarillas
en el plumaje?. De la misma manera, vemos que hay canarios producto de ese
cruce en cuyo plumaje prima un color u otro, sin que haya otro motivo, en
principio, que el azar para ello. Lo mismo ocurre con la base genética del
canto del canario, el azar determinará que domine la línea materna o la
paterna, o que haya una codominancia o herencia intermedia.
Podemos resumir todo lo dicho hasta ahora diciendo que hay
que tener siempre presente la teoría, pero también tenemos que tener en cuenta
que la teoría es eso, teoría, y que en la realidad no siempre se cumple, máxime
cuando hablamos de Genética. Imaginemos por un instante que conocemos todas las
características que pueden aportar unos padres a su descendencia, ojalá fuera
posible, en este supuesto sucedería lo mismo que si conocemos todos los números
que van a integrar el deseado Gordo de la Lotería de Navidad
pero ignoramos su orden final. El azar es caprichoso y por mucho que el ego
humano lo lamente, no está en nuestras manos el control pleno sobre los
mecanismos de la herencia[17]. Nadie puede saber, con absoluta certeza, al
hacer un cruce, si el producto del mismo va a ser bueno, mediocre o malo. Como
se suele decir “nunca sesabe de donde puede saltar la liebre”.