jueves, 18 de abril de 2019


CONSIDERACIONES SOBRE LA HERENCIA EN LOS CANARIOS DE CANTO (1) 


Miguel Angel Martín Espada
 
CONSIDERACIONES PREVIAS

         Los canaricultores españoles podemos estar seguros de contar con un importante número de aficionados que, sacando tiempo de donde no lo hay, se desviven por desarrollar y enseñar los principios técnicos, teóricos y prácticos, en que se basa la cría del canario a todo aquél que requiere su consejo. Es verdaderamente loable la labor que estos señores vienen desempeñando, bien a través de artículos y trabajos en revistas especializadas, bien mediante charlas y coloquios en las asociaciones. Valgan estas líneas para agradecer públicamente su desinteresado trabajo, ya que, lamentablemente, los aficionados no solemos reparar en lo que cuesta quitar horas al trabajo o a la familia para dedicarlas a esta bonita y grata tarea educativa que contribuye a la mejora cualitativa de la Ornitología Deportiva española.

         El nivel técnico de los criadores de canarios, actualmente, podemos considerar que es elevado. Sin embargo, en ramas de nuestra afición como es la canaricultura de canto nos movemos en un grado de conocimientos ínfimo. Parece que nos preocupa más discutir sobre las puntuaciones, la eliminación de estos o aquellos giros o entablar polémicas, más propias de la metafísica, acerca de la nominación de los mismos. Nos olvidamos, en definitiva, de que sin los canarios, sin los aficionados y sin unas directrices claras que seguir para el trabajo de los canarios de canto, no podemos plantearnos siquiera temas tan circunstanciales, en ocasiones, como la nominación de los diferentes pasajes o giros que conforman su melodía. Existe una clara despreocupación por temas tan importantes como la herencia del canto; que es en lo que se basa esta difícil tarea de conseguir buenos cantores.

Cuando hablamos con los criadores de sus métodos y sistemas de trabajo, nos encontramos, en la mayor parte de las ocasiones, con que brillan por su ausencia, otras veces las explicaciones son tan fantásticas que parecen extraídas de un relato de ciencia ficción. En resumen, la mayor parte de los aficionados carecen de la mínima formación en materias como la Genética o la influencia de factores tales como la alimentación y la iluminación en el canto de los pájaros.

         La complejidad de esta rama de la canaricultura, cuya dificultad está sobradamente demostrada, merece un estudio serio, un estudio que debe realizarse por cada uno de sus cultivadores y cuyas conclusiones deben ser compartidas para, con el tiempo, lograr unas bases firmes de las que pueda partir todo canaricultor novel. Tenemos que tomar ejemplo de nuestros compañeros de otras ramas y no tener miedo a levantar polémicas sobre estos tan necesarios temas, puesto que de ahí surgirá ese espíritu de superación y búsqueda de la verdad que acompaña a todo investigador.

         Es cierto que no disponemos de laboratorios, ni de expertos altamente cualificados, ni tan siquiera de la certeza absoluta de la exactitud de nuestros postulados y, por lo general, de los medios mínimos necesarios para su comprobación, pero poseemos algo que nos impulsa hacia delante, ese algo es el ansia de saber, esa curiosidad innata que ha llevado al hombre al lugar donde se encuentra y que lo diferencia del resto de las criaturas que le acompañan en su viaje por el tiempo y el espacio.

         Los temas que a continuación vamos a tratar son fruto de la experiencia compartida entre canaricultores de toda la geografía nacional, que anteponen a su propio ego la satisfacción de ver como el objeto de su afición, “la canaricultura de canto”, se desarrolla y consolida en un país, como es España, donde tanto se admira y quiere a los pájaros cantores.

 

¿ES HEREDITARIO EL CANTO DEL CANARIO ?

         La pregunta clave de la que se debe partir es si el canto del canario es hereditario o no. Una de las cuestiones más debatidas en etología, ciencia que estudia las pautas del comportamiento animal, es precisamente la referida al canto de los pájaros. Podríamos empezar a citar autores y teorías, así como experimentos, pero tan solo provocarían confusión al lector y convertirían en una difícil y tediosa tarea la lectura de estas líneas. Por ese motivo nos limitaremos a resumir las líneas generales en las que se desarrolla el trabajo de los etólogos, ornitólogos y canaricultores más prestigiosos que se han ocupado del tema.

Podemos distinguir tres teorías, que, en definitiva, se corresponden con las corrientes mayoritarias seguidas en el seno de la etología en un momento u otro de su corta historia.

1º) En primer lugar, encontramos a aquellos que defienden que el canto de los pájaros es aprendido mediante la audición del canto de ejemplares adultos.

2º) Por contra, otros autores consideran que el canto es innato y que las pautas para que éste se desarrolle en cada especie concreta dependen exclusivamente de la herencia genética.

3º) En último lugar, encontramos una postura ecléctica, intermedia, según la cual lo innato y lo adquirido o aprendido se combinan. Las pautas básicas del canto  de cada especie serían innatas pero existiría la posibilidad de enriquecerlo mediante aprendizaje.

En un plano puramente científico la tercera teoría es la más seguida hoy en día y la que se corresponde en mejor medida con los estudios y experimentos realizados. No cabe duda de que el canto es hereditario, pero también puede haber una parte aprendida, lo que explica la habilidad que tienen muchos pájaros de asimilar en su canto aquello que escuchan, aunque sea propio del canto de otras especies, o incluso aprender a imitar ciertos sonidos ajenos al mundo pajaril. Este último extremo ha sido ratificado por los ornitólogos en sus observaciones de campo, llegando a señalar especies cuyo canto se nutre en gran medida de pasajes del de otras (los ejemplos más citados son el estornino pinto y el sinsonte americano). También hay familias, como por ejemplo la de losalaúdidos (alondras, totovías, etc.), en las que la influencia de unas especies en otras de la misma familia es patente, como señala J. Roché. En último lugar, hay especies que por la complejidad y riqueza de su canto no sólo difícilmente copian de otras sino que ejercen una clara influencia sobre ellas (tal es el caso del ruiseñor).

         En el plano de la canaricultura, encontramos las siguientes posiciones, si bien la defensa de una u otra opción depende en muchas ocasiones de los propios intereses de los criadores, ya que unos tratan de justificar su sistema particular y otros se decantan por un enfoque determinado del cultivo de la raza:

1º) Defensores de la necesidad de utilizar canarios adultos como maestros para educar a los jóvenes, ya que consideran que el conjunto de giros que conforman el canto de la raza no se transmite genéticamente y es preciso que éste sea inculcado a través de la audición de los citados profesores. Esta posición no tiene base científica alguna y cualquier criador puede observarlo directamente en su casa.

2º) Aquellos que, aun reconociendo que el canto es hereditario, plantean la necesidad de complementarlo con maestros. Esta postura supone tomar al pie de la letra las conclusiones de etológos y ornitólogos respecto a los pájaros cantores en condiciones naturales. Según lo que he podido leer acerca del canario Malinois, en palabras de prestigiosos jueces internacionales de dicha variedad, el cultivo de esta raza se basa en este sistema de selección. Se parte de una base hereditaria, que es la predisposición al canto acuoso, y se complementa el repertorio de los ejemplares mediante la audición de uno o varios maestros, que en algunos casos están especializados en la ejecución de determinados tipos de giros. Esto explica el amplio repertorio que poseen los ejemplares de mayor valía y el hecho de que no haya techo o límite de puntuación en la raza belga.

         Si bien la conclusiones de etólogos y ornitólogos considero que son correctas y la postura de los criadores de Malinois está justificada por el origen y sistema de selección de la raza, no es admisible esta posición para el resto de razas de canarios de canto. Debemos rechazar esta postura, salvo en el caso de las excepciones señaladas, al considerar que la enseñanza con profesores no solo no es necesaria sino que esconde, por parte de la mayoría de sus defensores, la intención de preservar el canto de ejemplares de calidad que ya poseen, con el fin de evitar la incertidumbre que supone tener que esperar hasta que el canto de los jóvenes canarios madure. Esta práctica impide la evolución del propio canto del canario,  puesto que el pollo se limitará a imitar lo mejor que pueda el canto del maestro. Por otro lado hay que mencionar lo tedioso de tener todos los años el mismo repertorio canoro, con ligeras variaciones en el mejor de los casos, en nuestro criadero.

3º) En consonancia con lo expuesto en el párrafo anterior, nos alineamos con aquellos que defienden a ultranza que el canto del canario es hereditario y que el trabajo de selección realizado, con el objetivo de enriquecer el patrimonio genético canoro de nuestros canarios y la variedad de repertorio conseguida mediante el mismo, hacen innecesaria la utilización de maestros, ya que suponen limitar las posibilidades de creación de nuevos giros y estrofas por parte de nuestros ejemplares. El método de selección del canario Roller y del canario de Canto Español (Timbrado), garantiza que los ejemplares de estas razas transmitan a su descendencia toda la información necesaria para confeccionar un canto variado que reúna las características raciales exigidas por sus respectivos códigos.

         No obstante, hay que realizar una serie de matizaciones a esta tercera postura. El canario puede realizar todo aquel sonido que le permitan crear las distintas partes que conforman su complejo aparato de canto, cuya pieza clave es el órgano de fonación, la siringe. A mayor complejidad del aparato de canto, mayor capacidad interpretativa. Esta riqueza interpretativa no se limita solo a su propio canto, el canario es por naturaleza un buen imitador [1], pudiendo, en la mayor parte de los casos, abandonar el repaso de su canción para imitar o copiar el canto de otros canarios, voluntaria (maestros) o involuntariamente. Para favorecer que nuestros jóvenes canarios consigan hacer aflorar el canto al que les ha predispuesto la herencia recibida de sus progenitores será necesario que evitemos que escuchen el canto de pájaros adultos [2]. Podemos afirmar quelo que el canario hereda es la predisposición innata para realizar una serie indeterminada, pero determinable, de giros,  que se irán plasmando en una melodía a través de un periodo de repaso, marcado por la morfología, más o menos idónea, del ejemplar y por los factores que han rodeado al mismo durante el proceso de maduración [3]. Esto hace que el canto de los jóvenes canarios en nuestros criaderos varíe de un año para otro, pero siempre guardando unas semejanzas estructurales; más acusadas en las líneas trabajadas en consanguinidad, al suponer el trabajo de éstas una mayor concreción de las posibilidades canoras del animal: menor variación genotípica.

         La riqueza genética de los canarios de canto hace innecesaria la educación con profesores, que supone, como ya hemos apuntado, empobrecer innecesariamente el repertorio canoro de nuestros ejemplares, al impedir que los pollos culminen la evolución de su repaso, que sin duda alguna se traduciría en un canto distinto y con probabilidades ciertas de ser de mayor calidad que aquél que les hemos forzado a imitar. A esto se une que un ejemplar educado con maestros no nos ofrece las debidas garantías sobre lo que va a transmitir a su descendencia, lo único que sabremos es su mayor o menor capacidad de imitación y asimilación, en relación a lo que se le ha inculcado mediante la audición de ejemplares adultos.

     En resumen, de lo anteriormente expuesto, el canto de los pájaros tiene una parte innata y otra adquirida, los criadores de razas de canarios especializadas para la función canora buscamos el desarrollo de la parte innata en detrimento de la parte adquirida, con el objetivo de lograr un patrón genético de canto lo más rico posible, que permita a nuestros ejemplares construir una melodía basada en los parámetros de selección deseados.

         La mayor parte de las argumentaciones contrarias a la base hereditaria  o innata del canto de los pájaros que aquí defendemos, se basan en conclusiones erróneas extraídas a raíz de experimentos que, desde un principio, no ofrecían las adecuadas garantías para conseguir su objetivo. Por ejemplo, se citan frecuentemente experimentos realizados con ejemplares, de diferentes especies, que han sido colocados individualmente en lugares insonorizados e, incluso, se describen experimentos basados en la observación de ejemplares a los que se ha privado del sentido del oído. En el primer caso, los ejemplares aislados acústicamente realizaban un canto sumamente rudimentario, de gran pobreza e incluso se apreciaba un claro infantilismo o subdesarrollo  en el mismo. En el segundo caso, los ejemplares sordos apenas conseguían realizar un canto propiamente dicho, más bien emitían una sucesión de ruidos. Estos resultados hacían llegar a la conclusión, a quienes los realizaron, de que el canto de los pájaros no era hereditario sino aprendido mediante la audición de ejemplares adultos de su misma especie. Hoy en día sabemos que para que el canto de los pájaros se desarrolle es preciso que se den una serie de estímulos que desencadenen que el ejemplar ponga en funcionamiento los mecanismos físicos precisos que lo posibilitan. Así, la convivencia de diferentes individuos en un mismo territorio o voladero, hace que entre ellos haya unas relaciones sociales en las que la rivalidad a la hora de alimentarse , de ocupar un determinado lugar en las perchas, de establecer una escala jerárquica, etc., hagan aflorar instintos como el de territorialidad, fundamental para comprender el significado del canto, y que ponen en funcionamiento las condiciones precisas para que se de el desarrollo hormonal que determina el proceso de evolución del canto[4]. Un ejemplar aislado carece por completo de esos estímulos, el canto es una forma de comunicación, ¿con quién se va a comunicar si no tiene otros congéneres con los que entablar relaciones sociales, de la índole que sean?, carece de estímulos externos que potencien el desarrollo canoro.

         A esto hay que unir el hecho de que los jóvenes pájaros se complementan entre sí, aprenden unos de otros,  durante el espacio de tiempo en el que su canto es solo un repaso [5], los etólogos llaman a esta fase de la evolución canora canción plástica, ya que supone un periodo de ensayo del que luego será su canto  adulto o canción estable [6]. Esta complementariedad entre los cantos de los noveles es el fundamento de que no sea preciso utilizar maestros en los canarios de canto, el trabajo de lo innato hace que con la sola referencia de su patrón genético se puedan logran bellas y complejas melodías. La mayor parte de las especies de pájaros que se utilizan en los experimentos basan su canto de adulto, principalmente, en lo aprendido y por eso al dejarlos aislados en grupo[7], sin adultos de los que puedan copiar, su canto, a pesar de responder al patrón básico de la especie, es mucho menos variado que el de los ejemplares que se desarrollan en libertad. No se puede dar validez a unas observaciones hechas con pájaros de campo o con especies domésticas que no se hayan seleccionado para el canto, en estos casos sí se precisa la audición de adultos para conseguir canciones más o menos complejas, pero es por el hecho de que no ha habido una selección que atendiera a los patrones que utilizamos en canaricultura de canto. Cuando se  extrapolan las conclusiones basadas en experimentos realizados con esas especies a nuestro campo de estudio, sin realizar las correspondientes matizaciones, lo único que estamos haciendo es confundir a los criadores.

         Como colofón a este punto, volvemos a repetir, ya que no nos importa insistir una y otra vez sobre lo mismo, que el trabajo de los canaricultores de canto se basa en potenciar y desarrollar la base innata del mismo, con ello creamos una sólida base o patrón genético para que los ejemplares de las respectivas razas sean capaces de mejorar la variedad de repertorio cada año, siempre dentro de las pautas de selección de las mismas y sin tener que recurrir a la enseñanza con maestros.

 

TRANSMISION GENETICA DEL CANTO

         En este punto reflexionaremos acerca de una serie de cuestiones de gran interés para el canaricultor de canto, si bien hemos de advertir que en algunos casos se trata de meras hipótesis de trabajo, al no poder contar con una confirmación científica de  lo expresado. Nos referiremos principalmente a dos temas:

1) ¿Cómo se transmite la base hereditaria del canto?.

2) ¿Quién aporta más al canto de los hijos, el padre o la madre?.

1) ¿Cómo se transmite la base hereditaria del canto?.

         Hemos dicho que el canario hereda la predisposición innata para realizar una serie de giros indeterminados que se irán plasmando en una melodía, a través de la influencia de factores tales como las condiciones anatómicas y las circunstancias en torno a las cuales se ha desarrollado el animal.

         La información que determina los diferentes caracteres de los individuos se encuentra, como ya sabe el lector, en los genes, que ocupan un determinado locus o lugar en los cromosomas, los cuales se encuentran por parejas, en estado diploide. Cada progenitor ha aportado a su prole la mitad de su dotación cromosómica, ya que los gametos o células reproductoras tan solo son portadores de un número haploide de cromosomas, la mitad de la constitución genética del animal. Del número total de cromosomas, dos constituyen la pareja de cromosomas que rigen el sexo de los animales y por ello son denominados cromosomas sexuales, el resto son denominados autosomas. El número de cromosomas varía en cada especie, en el hombre son 46, mientras que en el canario son 18, distribuidos en nueve pares [8]. Volviendo a los cromosomas sexuales, éstos se denominan X e Y, en el caso de los mamíferos, y Z y W, en el caso de las aves[9]. En los mamíferos, los machos poseen un cromosoma sexual X y un cromosoma sexual Y, la hembras poseen dos cromosomas X, los machos determinan el sexo de la descendencia mediante el cromosoma sexual Y. En las aves ocurre al revés, los machos poseen los dos cromosomas sexuales iguales, Z Z, y las hembras tienen un cromosoma Z y un cromosoma W, con lo que son éstas las que determinan el sexo de los polluelos. El número de machos y de hembras, en base a lo anterior, debería ser en teoría igual, como se ve en la siguiente tabla:

CROMOSOMAS
Z
W
Z
Z Z
Z W
Z
Z Z
Z W

De la anterior tabla se desprende que hay el mismo número de posibilidades de que salgan machos que de que salgan hembras. Todos sabemos, por experiencia, que el azar es caprichoso y que no siempre se obtiene el mismo número de machos que de hembras. Esto sirve para darnos cuenta de que a pesar de tener que observar las leyes de la Genética, muchas veces, la aleatoriedad de las combinaciones hace que los resultados no sean los deseados y esperados.

         El canto de los pájaros, en cuanto que es perceptible por nuestros sentidos, es uno de esos caracteres externos que conforman el fenotipo [10], como ya se ha apuntado a lo largo de estas líneas. La función canora corresponde a los machos, las hembras no suelen cantar [11], a pesar de que hay algunas que emiten una serie de sonidos que nos recuerdan al repasoo canción plástica de los jóvenes machos, pero que no alcanzan el tono y la intensidad del canto de los machos, ni las características musicales que se buscan en las razas de canarios especializadas (ritmo, armonía y melodía). La principal causa de que se den las hembras cantarinas es un desequilibrio producido por un exceso de hormonas masculinas en la sangre [12], muchas veces se da en hembras adultas después de la temporada de cría o en hembras viejas. El hecho de que la emisión del canto sea prerrogativa casi absoluta de los machos nos lleva a plantearnos si es un carácter ligado al sexo o un carácter  de transmisión libre (cuyos genes reguladores se encuentran en los autosomas, no en los cromosomas sexuales), pero condicionado por aquél. Las consecuencias de una u otra  posición son de crucial importancia para el trabajo de la base genética del canto del canario. Lamentablemente, y en un plano estrictamente científico, no me es posible decantarme por una u otra postura. Sin embargo, como hipótesis de trabajo, parto de que los genes que rigen el canto ( una o varias parejas), tal como lo entendemos en nuestra afición, se transmiten ligados al sexo, se hallarían localizados en el cromosoma sexual Z. El patrón genético de canto se transmitiría de la misma forma que cualquier otro carácter ligado al sexo.

         Pero aunque esa hipótesis fuera correcta, no podemos olvidar el resto de genes presentes en los otros 16 cromosomas del canario[13], que determinan aspectos tan importantes como los caracteres morfológicos o anatómicos del pájaro. Tampoco debemos olvidar la influencia de los factores medioambientales. Dos ejemplares con la misma combinación genética nunca serían iguales por esa influencia medioambiental (en la cual debe introducirse el factor humano)[14].

         Sus características morfológicas hacen del canario una verdadera caja de música, en la que si una pieza no encaja del todo, mal podremos esperar que el sonido sea perfecto. El canario de canto requiere de un tipo, que deberá ser observado por el criador. Cada raza de canarios de canto tiene una estructura morfológica típica, que es la que marca, junto a un aparato de canto especial [15], las diferencias sonoras ya conocidas por los aficionados. Deberemos acudir al estándar de la raza que cultivemos para realizar los cruces. Tan solo decir a este respecto y como característica general de los canarios de canto, su amplia capacidad pectoral, como no podía ser de otra forma, al albergar un sistema respiratorio muy desarrollado. Para terminar la referencia sobre la importancia de la anatomía del buen cantor, resaltemos que por mucha que sea la calidad genética de un ejemplar, en lo que al canto se refiere, si no se ve acompañada de unas condiciones físicas y de un aparato de canto adecuado difícilmente podrá aflorar.

         En lo referente a los factores externos o medioambientales, sería pretencioso intentar hacer una relación de todos los factores que inciden en el desarrollo del canario, dado que sería imposible enumerarlos sin olvidarse de alguno. Por ello diremos que el criador debe favorecer el correcto desarrollo físico de sus ejemplares, teniendo en cuenta que en éste influyen desde la forma en que los ceba la hembra, hasta el más ligerísimo catarro. También deberemos procurar, como ya hemos dicho varias veces, que nada pueda desviar a los jóvenes canarios de su repaso [16].

2) ¿Quién aporta más al canto de los hijos, el padre o la madre?.

Entre los canaricultores encontramos dos posibles respuestas a esta cuestión:

         Por un lado, encontramos la que llamo postura tradicional, que cuenta con un gran número de defensores y que durante mucho tiempo ha sido la respuesta mayoritaria en el seno de nuestra afición a la pregunta planteada. Los seguidores de esta postura mantienen que es la hembra la que más influencia tiene en el canto de los hijos o, dicho de otro modo, la que mayor información aporta a su patrón genético de canto, no es extraño oír o leer que la hembra influye en un 60% o más en el canto de sus retoños.

         Por otra parte y basándose en los conocimientos científicos, en especial en la Genética, encontramos una segunda postura que, frente a la respuesta anterior, carente de fundamento científico alguno, explica que el canario, como todo ser vivo, recibe a partes iguales la información genética de sus progenitores. La consecuencia lógica de esto es que la influencia en el canto de los hijos se reparte a partes iguales, en teoría, entre ambos padres. Otra cosa es que por factores morfológicos o por factores externos el canto del joven canario se haya decantado hacia uno u otro lado. Así, por ejemplo, cuando morfológicamente el hijo se parece más a uno de los progenitores, cuyos genes habrán dominado a los del otro, o, también, cuando éste copia la melodía de otros ejemplares, de la línea paterna o materna.

         Pueden darse dominancias de los genes que rigen la herencia del canto de uno de los reproductores, tema del que queda mucho, por no decir todo, que estudiar, pero esto ocurre tanto respecto a los genes de la madre como a los del padre. No existe ninguna regla general que apoye que la madre tiene más influencia que el padre en el canto de su descendencia, ni al contrario. Cuando la herencia de un progenitor, en el aspecto canoro, prima sobre la del otro, se debe a circunstancias concretas, que no admiten generalización.

         Aquellos que defienden la preeminencia de la herencia materna sobre la paterna en el canto lo hacen al constatar el hecho empírico y lógico de que el canto de los hijos es diferente al del padre. Pero eso es así porque, en la mayor parte de los casos, es el fruto de la interrelación de ambas herencias, independientemente de cuál prime en el caso concreto, no porque la hembra aporte más que el macho. Cuando cruzamos un canario verde con una canaria amarilla se da una  herencia intermedia, producto de la cual los ejemplares resultantes son píos o manchados, la distribución de las zonas lipocrómicas o melánicas se produce al azar, hay ejemplares más verdes y ejemplares más amarillos, además, en ocasiones, aparecen ejemplares verdes o amarillos. En el ejemplo anterior, ¿podemos decir que  la herencia materna influye más en el color de la descendencia por presentar ésta zonas amarillas en el plumaje?. De la misma manera, vemos que hay canarios producto de ese cruce en cuyo plumaje prima un color u otro, sin que haya otro motivo, en principio, que el azar para ello. Lo mismo ocurre con la base genética del canto del canario, el azar determinará que domine la línea materna o la paterna, o que haya una codominancia o herencia intermedia.

         Podemos resumir todo lo dicho hasta ahora diciendo que hay que tener siempre presente la teoría, pero también tenemos que tener en cuenta que la teoría es eso, teoría, y que en la realidad no siempre se cumple, máxime cuando hablamos de Genética. Imaginemos por un instante que conocemos todas las características que pueden aportar unos padres a su descendencia, ojalá fuera posible, en este supuesto sucedería lo mismo que si conocemos todos los números que van a integrar el deseado Gordo de la Lotería de Navidad pero ignoramos su orden final. El azar es caprichoso y por mucho que el ego humano lo lamente, no está en nuestras manos el control pleno sobre los mecanismos de la herencia[17]. Nadie puede saber, con absoluta certeza, al hacer un cruce, si el producto del mismo va a ser bueno, mediocre o malo. Como se suele decir “nunca sesabe de donde puede saltar la liebre”.

 

(continuará)